MINERALES Y MINAS DE ESPAÑA


LAS MINAS DE SAL DE REMOLINOS (ZARAGOZA)

Miguel Calvo Rebollar.



Trabajo publicado previamente en Revista de Minerales, con algunas modificaciones

LOCALIZACION Y GEOLOGIA

El pueblo de Remolinos está situado cerca del río Ebro, en su orilla izquierda, a unos 35 Km al NO de la ciudad de Zaragoza, y es conocido desde hace muchos años por sus minas de sal. Los yacimientos salinos están incluidos en un área de terrenos correspondientes al Mioceno lacustre que ocupa la orilla izquierda del Ebro, en una franja que se extiende desde unos 3 Km al norte de Remolinos hasta Torres de Berrellén. La presencia de los materiales salinos ha influido en la geomorfología posterior, dando lugar al domo situado en la zona de las minas y a otros accidentes menores (Quirantes, 1969).

Desde la carretera que va de Alagón a Remolinos se ven las entradas a la antigua mina "El Balcón", en el talud cortado por el Ebro, y un gran hueco, que precisamente da nombre a la mina, excavado en la capa de sal. También desde la carretera se ven las instalaciones, molinos, balsas de evaporación, etc., de "Ibérica de Sales", la empresa que actualmente explota las las minas de la zona.




Vista aérea de Remolinos, en la que destacan las salinas


La formación salina de Remolinos es un lentejón de gran espesor, más de 100 metros, encajado en los yesos de la "formación Zaragoza", término que engloba diferentes formaciones evaporíticas separadas entre sí por la acción erosiva del Ebro y otros ríos. La edad de la formación salina de Remolinos se sitúa en el periodo Aquitaniense-Vindoboniense, datación basada en buena medida en el hallazgo en 1958, dentro de la sal, en en la mina "La Real", de dos fragmentos óseos identificados como de Caenotherium (Llamas, 1959)

Las capas de sal no se disponen en una posición totalmente horizontal, sino que, comparando la altura a la que están las capas en la mina "La Real" y la que ocupan en las minas del barranco de las Salinas, se puede observar un buzamiento en torno a un 4%, en dirección perpendicular al cortado producido por el Ebro. Las razones de esta inclinación no están del todo claras (Llamas, 1959). También se observan pérdidas de la horizontalidad de la capa de sal en las proximidades de barrancos o en los "remates", interrupciones en su continuidad rellenas de material pelítico. Estos remates se han producido probablemente por filtraciones de agua, que han excavado huecos en la sal que han terminado por hundirse, rellenándose de material de los estratos superiores.

La sal se encuentra dispuesta en capas de espesor variable, de unos 10 cm de promedio, separadas entre ellas por láminas de material pelítico. La zona de sal extraída corresponde a la parte superior de un tramo de unos 100 metros. A muro de la explotación, la halita está demasiado impurificada para que sea rentable su extracción en la situación actual.


Niveles de sal explotados en Remolinos, en la mina “María del Carmen”


En la zona explotada, que tiene un espesor de unos 6 metros, se pueden distinguir tres cuerpos: El "cuerpo alto", de algo menos de tres metros de espesor, formado por entre 22 y 26 bandas, el intermedio, de alrededor de un metro, con unas 11 bandas, llamado por los mineros "los cinco palmos de malo", por su baja calidad al contener mucho material pelítico interpuesto, y el cuerpo bajo o "cuerpo nuevo", de unos dos metros de espesor, con 16 bandas. Entre el cuerpo alto y el intermedio hay una gruesa franja pelítica. También se observa una franja anormalmente gruesa un poco por debajo de la mitad del cuerpo alto.

A techo de la zona explotada se encuentra una capa de unos 7 metros de halita mezclada con anhidrita,la "cobertera", sin interés comercial pero muy importante porque debido a su resistencia mecánica permite realizar grandes excavaciones sin necesidad de sostenimiento. Por encima de esta capa se encuentra otra de 50 cm de conglomerado (llamado "tosca" por los mineros), un paquete de varios metros de pelitas rojas y las "tres vetas de yeso". Estos estratos de yeso, de aspecto característico y que por su resistencia afloran en muchos puntos de los barrancos, han sido siempre el indicador para los antiguos mineros de la presencia de la capa de sal unos metros por debajo.


HISTORIA.

Las minas de sal de Remolinos fueron probablemente explotadas ya en época romana, o incluso anteriormente, aunque los datos de esa época son muy escasos, no apareciendo citadas en las obras clásicas de Plinio o Estrabón. Sí aparece ya, en cambio, una mención a la sal de Zaragoza en las obras del geógrafo musulman Al-Razi.

Avanzada la Edad Media estas minas comienzan a figurar regularmente en los documentos, especialmente en los de tipo legal. La causa de esto es la utilización de la sal, por reyes y gobiernos de todas las épocas, como una fuente de ingresos fundamental, sea mediante el recargo de su precio con impuestos, sea directamente mediante el monopolio de su obtención y venta. Además, los habitantes de cada población debían adquirir la sal en la salina que les correspondiera, fuera propiedad real o particular, independientemente de que hubiera otra más próxima. En algunas épocas tenían además la obligación de adquirir como mínimo una cierta cantidad de sal al año, la utilizaran o no.

Al final de la Edad Media tenemos constancia de la explotación de las minas de Remolinos en forma bastante intensa por cuenta de los reyes de la Corona de Aragón, así como de que estas minas disfrutaban el monopolio de abastecer de sal a Zaragoza (Pastor, 1880). Este monopolio se ejercía mediante almacenes dependientes de la corona, los "almudíes". En esa época, el principal estaba situado en Remolinos. En 1210, el correspondiente a la ciudad de Zaragoza estaba situado en la puerta Cinegia, aunque luego se trasladó a la puerta de Toledo (Andrés, 1998). En el siglo XVII estaba en la calle de las Salinas (Ximenez de Aragües, 1630).

En 1294, la pesa de sal se vendía en Zaragoza a 4 dineros, existiendo además la obligación de adquirir una pesa de sal por habitante y año, como mínimo. Esta obligación se va reiterando, con algunas exenciones y modificaciones, en los siguientes reinados. Jaime II, en 1300, impuso la obligación de comprar en el almudí de la ciudad una pesa de sal a todos los habitantes mayores de 7 años (Andrés, 1998). Combinada con esta obligación se encuentran diferentes donaciones reales, constituidas por suministros anuales gratuitos de sal. Así, Jaime II concede, en 1304, 3 cahíces de sal anuales al convento de Santa Catalina; en 1313, otros tantos al convento de San Agustín. Pedro II concede, en 1330, 20 cahíces al Hospital de Nuestra Señora del Pilar. Otras concesiones incluyen las hechas en 1391 al prior y frailes del convento de Predicadores y la de 1560 al Capítulo de la Seo (Ximenez de Aragues, 1630).

La sal, por su necesidad, siempre fue un género al que cargar tributos ante las necesidades de numerario. En las cortes de 1404 en Aragón se discutieron ya los distintos impuestos sobre este producto (Romero, 1924). Vistos los beneficios que la Corona podía obtener, y ante las crónicas necesidades de dinero de la época, Felipe II, por una ley del 10 de agosto de 1564, incoroporó todas las salinas y minas de sal a la Corona, expropiando las pertenecientes a particulares y estableciendo así por primera vez un monopolio efectivo.

Poco después de esta fecha, en 1579, Bernardino Gomez Miedes, que fue obispo de Albarracín, publica en Valencia su libro "Commentariorum de Sale". Naturalmente, en un libro sobre la sal no podía olvidar la procedente de las minas de Remolinos, que describe como "Petrei Salis (vulgo dictus de Remolinos)", y de la que alaba su calidad y buen sabor, que encuentra sin parangón en Europa. Además, dice que los naturales de Zaragoza tienen una particular gracia y donaire, son muy "salados", y que esto se debe precisamente a la existencia de sal en Remolinos. Esto es una forma muy particular de entender la etimología de una palabra, al estilo de Isidoro de Sevilla, pero que no deja de tener su "sal". Según Gómez Miedes, en aquella época, el Rey señalaba cada año un día en el que los vecinos de Zaragoza podían recoger libremente en las minas de Remolinos cuanta sal quisieran. Probablemente pocos años sucedió esto realmente.

En 1585, Felipe II pasa por Zaragoza, en su viaje por Aragón, Cataluña y Valencia, con destino a esta última ciudad para celebrar la boda de su hija Catalina con el Duque de Saboya. Contrariamente a lo que se afirma en muchos sitios, Felipe II no visitó personalmente la mina de Remolinos, entonces propiedad real, pero si lo hizo un tal Henrique Cock, ballestero flamenco perteneciente a su séquito. Además de visitarla, la describió en una relación manuscrita del viaje que se conservó inédita en la Biblioteca Nacional, hasta que en 1876 se publicó "de Real Orden". De su descripción se deduce fácilmente la razón por la que el rey no estuvo en ella. Según relata Cock "habiendo entrado nos encontró luego un mal olor, moviéndonos casi al vómito; la razón es porque todos los que allí trabajan se ensucian donde quieren". Otra cosa es que fuera un patrimonio muy apreciado. La mina funcionaba en régimen de arrendamiento, y el rey recibía cada año 6.000 ducados de los arrendadores.

En 1616, Murillo, en su libro sobre Zaragoza, hace referencia también a la sal de Remolinos. Hablando de las minas de sal, dice: "Son estas salinas unos grandes montes de sal que los van minando, dexando de trecho a trecho algunos pilares de la sal muy gruesos para que en ellos se sustente el monte: y entre los pilares hay anchurosas plaças y calles por donde andan los que van rompiendo con picos de yerro". De la sal, dice que es clara y transparente como el cristal. Es más, añade que las terneras de la zona de Zaragoza son las mejores de España por la sal de Remolinos que les dan los ganaderos.

Ximenez de Aragués (1630) recopila las informaciones anteriores sobre las minas y salinas de Remolinos y El Castellar, y añade otra curiosa etimología: el nombre prerromano de Zaragoza, "Salduba" formado a partir de la palabra latina "sal". En la época, Zaragoza tenía la obligación de proveerse exclusivamente de la sal de Remolinos, así como Calatayud y su comarca (excepto 14 pueblos, que debían comprar la sal al Monasterio de Piedra), Tarazona, Borja, las Cinco Villas. También, por el Este, los pueblos de Quinto, Samper "Ixar" (Híjar) y Andorra. La posesión, venta o transporte de sal de otras procedencias estaba penada con 20 ducados de oro de multa.

A finales del siglo XVIII, la sal se mantenía como un producto estancado, y de hecho era una de las mejores rentas de la Corona. Además el precio de la sal se fue recargando con distintos impuestos (para las Milicias Provinciales, para la reparación de caminos, para la construcción de la carretera de Vigo a Castilla, para la reparación del puerto de Castro Urdiales...) hasta alcanzar en 1824 el precio de 24 reales por fanega, más los gastos de transporte.

Además de la mina real de Remolinos, que conservaría tal nombre en el futuro, cuando pasara a ser propiedad privada, existía también otra, igualmente propiedad real, en el término de Torres de Berrellén, a alrededor de 1Km del Ebro y a 2Km del pueblo, en el cerro del Castellar. Esta mina fue siempre menos importante que la de Remolinos, y dejó de trabajarse hacia 1840, por efecto de la guerra civil. Un pequeño derrumbe producido en esa época modificó la salida de agua de una fuente, y en una década de abandono, la mina se inundó en gran parte En 1852 quedaba una galería descendente de unas 150 varas (las primeras 45 revestidas de mampostería) hasta que se llegaba al agua.

En la zona de Remolinos la situación continuó igual los años siguientes, con la mina "La Real" de Remolinos en producción y la de Torres parada. (Yegros, 1852). Sin embargo, la ley de minas de 1849 introducía importantes novedades, que afectaban también a las minas de sal, ya que quedaban sometidas a ella. Como consecuencia, el 3 de enero de 1859 se publicó una Real Orden mandando demarcar la mina de sal explotada por el Estado en Remolinos (que será llamada "La Real") y también la de Torres de Berrellén. La primera se demarcó el día 12 de febrero de ese año y la segunda, que seguía inundada como consecuencia de su abandono en 1840, se demarcó el día 22 del mismo mes. Cada mina fue demarcada como un cuadrado de 1.800 varas castellanas de lado, lo que dio como resultado el curioso número que aparerecerá en todas las referencias posteriores: una superficie de 226,3908 hectáreas.

Entre las primeras concesiones de minas de sal otorgadas a particulares se encuentra, demarcada en 1857, la mina "La Cesarita", en Remolinos. Posteriormente a ésta, se obtendrán nuevas concesiones por particulares y pequeñas empresas, a lo que seguirá un proceso de concentración. En 1859, la sociedad "La Parca" cede sus propiedades en Remolinos y Torres de Berrellén a la empresa Salinera Aragonesa, que luego se convertirá en "Salinera Ibérica" (anonimo, 1859), pero de poco les servirían de momento esas propiedades. La situación de las minas de sal de Remolinos en aquella época podía calificarse de pintoresca, si no resultara dramática. Mientras que la ley de minas obligaba a sus dueños a trabajarlas, so pena de perder las concesiones, los funcionarios de Hacienda, basándose en la ley del estanco de la sal les prohibían hacerlo, incluso cegando sus galerías por la fuerza.

En 1865, cada quintal de sal tenía un coste de producción de 366 milésimas de escudo, pero se vendía en Zaragoza a 10 escudos y 800 milésimas, es decir, un precio 30 veces superior (Amar de la Torre, 1867). Un buen negocio para el Estado, pero que ya tocaba a su fin. La ley de desestanco de la sal de 16 de junio de 1869 declaró (a partir del 1 de enero de 1870) libre la fabricación y venta de sal. El efecto en los precios fue inmediato, y en 1872 la sal de Torrevieja se vendía a 3 pesetas (equivalentes a 1,2 escudos) el quintal.

En 1870, al desestancarse la sal, el Estado pretendió vender en subasta la mayoría de las minas de su propiedad, entre ellas la mina de Remolinos, que se tasó en la cantidad de 856.400 pesetas (Vicens, 1885). Esta cifra podía considerarse razonable en las circunstancias anteriores al desestanco, pero ridículamente grande posteriomente. A partir de ese momento, cualquiera podía conseguir una mina en los terrenos próximos a la Mina Real por solamente las 140 pesetas que importaban las tasas, y el valor de esta propiedad del Estado se redujo enormente. Como era de esperar en estas circunstancias, en ninguna de las subastas se presentaron postores por ese elevadísimo tipo, hasta que en 1884 fueron tasadas de nuevo en solamente 30.000 pesetas

Finalmente, la "Salina que fue del Estado", es decir la mina "La Real", se vendió a D. Benito Giranta, quien la vendió en 1889 a D. Benjamin Nicholson (Romero, 1924), y éste a su vez las cedió a la compañía inglesa "The Pure Salt Limited", luego "Purasal".

La liberalización del comercio de la sal favoreció la entrada en actividad de otras minas pertenecientes a particulares. En 1873 ya estaban en funcionamiento ocho en Remolinos y cinco en Torres de Berrellén, que produjeron en conjunto unos 14.000 quintales métricos de sal. En 1888, además de las dos minas demarcadas por cuenta del Estado había ya más de cien demarcadas por particulares. Sin embargo, el problema del transporte y la falta de recursos de las empresas hacían la explotación inestable.

A principios del siglo XX, la empresa Purasal lleva a cabo la explotación de sus minas de forma más ordenada de lo que se había realizado hasta el momento, con la adecuada dirección facultativa. Enseguida encuentran el "cuerpo bajo" de sal, y comienzan la explotación conjunta, haciendo las galerías mucho más elevadas (Romero, 1924).

El transporte siempre había resultado un problema de primera magnitud. En la época, no había ningún puente sobre el río Ebro en todo el trayecto hasta Zaragoza, y el río se cruzaba utilizando barcas. Esto era un inconveniente decisivo para un producto de valor bajo en relación a su peso, como la sal, que evitaba su salida a mercados algo alejados, al dificultar mucho su llegada hasta las estaciones de ferrocarril más próximas, todas al otro lado del Ebro. En 1901 se instaló un cable de transporte del sistema "Roe" de 6,2 Km entre la mina "La Real" y la estación de Pedrola, en la línea de ferrocarril Zaragoza-Pamplona, dividido en dos tramos. El primero de ellos, de 2,5 Km, iba desde la mina hasta las salinas, cerca del pueblo de Remolinos, y el otro, cruzando el Ebro, hasta la estación de Pedrola.




Pequeña labor minera situada junto al camino de acceso a las minas actualmente en explotación, en la que se pueden observar labores de pedriza, y formaciones capilares de halita


Como se ha dicho, la mina más importante y mejor explotada era "El Angel", situada en el barranco de las Salinas. Se explotaba por el método de huecos y pilares, rellenando las cámaras resultantes con escombro, el obtenido de la zona llamada "los cinco palmos de malo". La producción se dividía en "sal de bolos", "sal de molino" y la que se obtenía mezclada con arcillas o anhidrita, que se disolvía en agua que luego se evaporaba en las salinas. (González, 1908). Para el transporte se había practicado un pozo de 30 metros que comunicaba con una galería de transporte situada a nivel inferior y dotada con con un pequeño ferrocarril minero con salida junto a la planta de tratamiento y las salinas (Abbad, 1910).

El catastro minero del año 1909 recoge 59 minas y 4 demasías, pero solamente se explotaban con cierta intensidad la mina "La Real, por la empresa "Compañía Inglesa Pure Salt Limited", las minas El Angel, El Rallar y El Garbanzo por la sociedad "La Cesarita", la mina "El Balcón" por Teodosio Aznar y la mina "La Veneciana" por Genaro Calvé. Las minas "Artajona", El Gallo" y "Esmeralda" obtenían cantidades insignificantes.

En 1926, se explotaban siete minas de sal en el término de Remolinos: "El Angel", "El Balcón", "La Real", "La Veneciana", "Tomasa", "El Gallo", y "Juan José". En el término de Torres de Berrellén otra más, la denominada "Rectificación a Encarnación". La mina "La Real" pertenecía entonces a la empresa de Estremera y Calve, igual que "El Balcón" y "La Veneciana". La producción va aumentando en esta década progresivamente, mientras tienen lugar un proceso de concentración en el que las pequeñas explotaciones familiares van siendo absorbidas por las empresas grandes.

La década de los 50 transcurre con producciones anuales del orden de las 15.000 toneladas, con las logicas oscilaciones anuales, mientras que se introducen grandes mejoras en las instalaciones. En la mina "La Real" se instala en toda ella alumbrado eléctrico mediante tubos fluorescentes, así como un sistema de plano inclinado con vagonetas de 1 tonelada de capacidad movidas mediante un cabrestante eléctrico (Llamas, 1959). En las dos décadas siguientes se disparará la producción, superando las 100000 toneladas en la década de los 70. Intentado obtener un producto de mayor valor añadido, la empresa "Minersal" estableció en 1974 una planta de secado a vacío para obtener sal de mesa, que funcionó solamente unos cuantos años, hasta 1978.

Las empresas salineras existentes en Remolinos eran "Sales Orbea", "Industrial Salinera Aragonesa" (INDUSAL), "Purasal" y "Sales y Derivados". En un proceso de concentración impuesto por las circunstancias económicas, "Sales Orbea" compró INDUSAL y la empresa resultante se fusionó con "Purasal" para formar "Ibérica de Sales", que pasó a controlar todas las concesiones importantes del distrito. Solamente en algún momento quedaron fuera de este consorcio las minas "Del Animal" y "Secañu", que se explotaron independientemente de forma ocasional a principios de la década de los 90 por la empresa "Sales y Derivados".


Antiguo autobús de la empresa minera y coche particular de un directivo, que quedaron atrapados en una galería de la mina La Real por un derrumbe. Perfectamente conservados y en una zona estable, permanecerán para el futuro como una notable muestra de historia minera


SITUACION ACTUAL.

El 5 de mayo de 1989 cesó la extracción de sal en la mina "La Real", aunque se mantiene perfectamente acondicionada. En 1995 se iniciaron en ella los trabajos para comunicar sus labores con las de la mina "María del Carmen", con el objetivo de mejorar la ventilación en esta última. Sin embargo, puesto que la situación no es particularmente apremiante, se llevan a un ritmo lento. Durante la década de los 90, la produción total de sal, procedente en su totalidad de la mina "María del Carmen", ha estado en torno a las 200.000 toneladas por año. Esta mina está situada en el paraje de Val de San Antonio. La carretera de acceso está asfaltada hasta la entrada de la rampa, que tiene una pendiente del 13%. Desde el final de la rampa, las galerías son prácticamente horizontales, siguiendo, donde las hay, las ligeras irregularidades de la capa de sal. El laboreo se realiza por el metodo de cámaras y pilares, de igual tamaño (20 x 20 metros) sin necesidad de ningún tipo de entibado o obra de sostenimiento, dadas las buenas características geomecánicas de la capa de sal a techo de las explotadas. La altura de galerías y de las cámaras de explotación es de entre 5,6 y 5,8 metros, la misma del conjunto explotable de capas. Para el arranque, se utilizan explosivos situados a lo largo de barrenos horizontales. La altura total de arranque se divide en dos bancos, que se vuelan de forma separada. El mineral volado se carga en camiones que lo conducen a la planta de tratamiento.


Preparando una voladura en la mina “María del Carmen”, Remolinos


La ventilación es un problema fundamental, dado el uso continuo de maquinaria pesada y explosivos. La renovación del aire se consigue de forma natural, a través de la galería de entrada y con dos chimeneas que comunican las labores con la superficie.

Al ritmo presente de extracción, las reservas de la capa explotada actualmente durarán unos 500 años. Si se considera la sal existente en niveles inferiores, a lo largo de más de 100 metros, en capas demasiado estrechas para que sea rentable su extracción mecanizada, pero facilmente aprovechables por disolución in situ y evaporación posterior en salinas, el yacimiento se puede considerar inagotable.

El mineral arrancado se clasifica según su calidad. La mayor parte se muele directamente, utilizándose para el deshielo de carreteras. Otra parte se disuelve en agua, y la salmuera obtenida se evapora en salinas situadas junto a la carretera de Remolinos. De esta forma se produce sal comestible (unas 14.000 toneladas/año) que se vende a empresas envasadoras. También se elaboran bloques de sal para alimentación del ganado, preparados todavía de forma artesanal, preparando a mano bloques de tamaño y forma adecuados con una herramienta especial, el "cazudo", dentro de la propia mina.


Preparación manual de bolas de sal para el ganado. Mina María del Carmen, Remolinos



MINERALOGIA.

La mineralogía de estas formaciones evaporíticas es poco variada. Además de los minerales de las pelitas (minerales de la arcilla, especialmente illita y montmorillonita, y algo de calcita, caolinita y cuarzo) encontramos solamente halita, yeso, anhidrita glauberita y cuarzo, este último como nódulos de calcedonia. En algunos casos, sin embargo, estos minerales muestran características diferenciadas que los hacen interesantes desde el punto de vista científico, además de desde el económico.

Halita.

Como ya se ha indicado, es el mineral objeto de la explotación. Se encuentra formando bandas de espesor bastante variable de una a otra, pero de unos 10 cm de grueso en promedio, intercaladas con otras finas de material pelítico. El tamaño de grano de la halita va de milimétrico a centimétrico, y su color desde el incoloro o blanco puro al negro, dependiendo de la presencia de material pelítico. La mayor parte de la sal de los "cinco palmos de malo" es de color negro precisamente por esta razón. Algunas de las capas tienen un tono rosado muy ligero. Una característica de la sal formada en depósitos continentales, que naturalmente tiene también la sal de remolinos, es la baja concentración de bromo presente como impureza, en este caso menos del 10% de la que tienen las de depósitos de origen marino como los de la Cuenca Potásica Catalana (Ortí y Pueyo, 1977)

Ocasionalmente aparecen grandes masas de sal cristalina, perfectamente pura, sin bandeados pelíticos. Mallada (1907) menciona un pozo de 5 metros en la mina "El Balcón" excavado todo él en sal de este tipo. La sal monocristalina, transparente y exfoliable en piezas grandes recibe el nombre de "sal de compás". Esta denominación es muy antigua, y ya Cock la utiliza en 1585, junto con la de "sal yema" (que debería leerse probablemente "sal gema"). La "sal de compás" aparece especialmente en las proximidades de los remates, las roturas en la continuidad de la capa de sal ya mencionadas. Es por esto que su presencia no solía gustar a los mineros entre los que circulaba desde antiguo el refrán "sal de compás, el diablo detrás" (Romero, 1924), reflejando la relación entre la sal transparente y las zonas de esterilización. Las minas en las que este fenómeno era más frecuente eran las más próximas al valle del Ebro, especialmente "El Balcón", "La Veneciana" "El Angel" y "El Rallar"(Romero, 1924).


Zona con “sal de compás en la mina “María del Carmen”


Su origen está probablemente en la infiltración de agua que disolvía la sal de las capas, provocando la recristalización de la sal en las paredes de los huecos de disolución, además de hundiminetos de las zonas superiores, dando lugar a los "remates". Apoya esto el hecho de que el contenido de bromo de la "sal de compás" es mucho menor que el de la halita bandeada, lo que indica un proceso de purificación por recristalización. El tamaño de "grano" de la "sal de compás" es muy grande, y por exfoliación pueden obtenerse en algunos casos cubos hialinos de halita de hasta 10 cm de arista.


Cubo de exfoliación de halita, de unos 10 cm. de arista. Mina La Real.


Los cristales en crecimiento libre son muy raros en las minas de Remolinos, aunque se han encontrado ocasionalmente tapizando geodas en huecos de disolución o en zonas ocasionalmente inundadas. A finales de la década de los 50 se produjo un fenómeno de este tipo, al desecarse, por el cese de los aportes de agua de un barranco, una zona inundada en una galería ciega de la mina "La Real", en la zona conocida como "el infierno" (Llamas, 1959).

La sal de Remolinos contiene abundantes inclusiones fluidas, lo que es característico de la halita precipitada en medios evaporíticos (García Veigas et al., 1990). Estas inclusiones se disponen en bandas paralelas a las caras del cristal, debido a que su origen está en el crecimiento más acelerado en la zona de las aristas que en la parte central de las caras, formando estructuras en tolva (García Veigas et al, 1990). En la sal de compás se aprecia perfectamente este efecto, viéndose las hileras de burbujas paralelas a las caras de exfoliación. Las inclusiones son acuosas, en algunos casos con una burbuja gaseosa visible, y a veces con restos sólidos formados por materiales pelíticos. Estas inclusiones pueden llegar a sobrepasar los 5 mm. La forma de equilibrio de las inclusiones fluidas en la halita son cubos negativos (García Veigas et al, 1990), y eso es lo que se observa precisamente en Remolinos.

También aparece ocasionalmente en Remolinos sal de color azul o violeta, en algunos casos bastante intenso. En la década de los 70 se recuperaron algunos ejemplares muy vistosos, perfectamente transparentes de sal de compás de color azul, en la mina "María del Carmen". El color azul de la sal se debe a defectos en la red cristalina del tipo conocido precisamente como "centros de color", y se distribuye frecuentemente en forma zonada según las caras del cubo. En torno a las inclusiones líquidas se crea un halo de decoloración esférico. Este fenómeno de decoloración sucede siempre en la halita azul, y ha sido descrito hace mucho tiempo en el mineral procedente de otros yacimientos (Hedeval, 1938). Posiblemente la presencia de agua en la inclusión permite el movimiento de los iones y la destrucción de los centros de color.

Todavía aparece de vez en cuando alguna pequeña masa, aunque desafortunadamente suele pasar inadvertida y termina en el molino. De hecho, en los últimos años, la presencia de sal azul solamente ha podido detectarse entre el material ya triturado.

La halita forma también vistosas formaciones capilares en el interior de algunas grietas y sobre todo en hundimientos en las minas abandonadas. Los haces capilares pueden sobrepasar los 5 cm de longitud, y se encuentran muchas veces curvados en formas caprichosas. Teniendo en cuenta la facilidad de exfoliación de la halita, las fibras son muy poco flexibles y bastante frágiles.

A pesar de la gran solubilidad del mineral, la formación de estalactitas de halita en el interior de las minas es poco frecuente dada la escasez de filtraciones de agua, debido por una parte a la gran aridez del terreno, de escasas precipitaciones, y a que cuando éstas se producen, el agua corre rápidamente hacia Ebro, situado a un nivel muy por debajo de la formación salina. Sin embargo, en algunos casos aparecen estalactitas tubulares, delgadas, que pueden alcanzar varios metros de longitud. Las más frecuentes son estalactitas de algunos centímetros como mucho, visibles en las minas abandonadas, como "Artajona", junto a la carretera de acceso a la mina "María del Carmen", y "El Garbanzo" y "El Angel", accesibles desde el barranco de las Salinas.

En los taludes de los barrancos, especialmente en el barranco de la Salinas, aparecen a veces eflorescencias de halita, provocadas por filtraciones del agua de lluvia a través de capas de sal. Estas eflorescencias pueden convertirse a veces en formaciones botroidales relativamente gruesas, pero normalmente fugaces.

Anhidrita.

La anhidrita es muy abundante, como nódulos redondeados situados entre las capas de halita, más o menos asociados entre ellos pero sin formar bandas continuas. Estos nódulos tienen tamaños desde algunos milímetros hasta los 15 cm. Los nódulos mayores se encuentran entre la halita en la zona de "los cuatro palmos de malo", mientras que en las demás zonas la anhidrita aparece asociada a los niveles pelíticos, como nódulos milimétricos. Por razones que no podemos siquiera suponer, los nódulos de anhidrita son clasificados como de "cuarzo" o "silex" en el trabajo de Abbad (1910) y en sus cortes geológicos. Aunque la anhidrita es bastante más dura que el yeso, es mucho más blanda que el cuarzo, y ambos minerales son difíciles de confundir

El interior de los nódulos de anhidrita es de color azul claro, de aspecto compacto debido a la finura del grano. En la superficie de los nódulos, visibles por su contraste con el color gris de la pelita que los engloba, aparecen a veces microcristales de anhidrita blancos o azulados, de hasta un milímetro como máximo, toscos, de los que se aprecia su sección cuadrada.

También se encuentra anhidrita dentro de la halita macrocristalina (sal de compás) formando curiosas estructuras vermiformes o laminares. En este caso, la anhidrita es de color blanco.

Yeso.

El yeso es muy abundante en la zona de Remolinos, como en toda la Depresión del Ebro, formando niveles como yeso fibroso, masivo o incluso especular. En algunas ocasiones, se ha recuperado para su transformación en yeso de construcción, y en el propio pueblo de Remolinos existieron en distintas épocas pequeñas fábricas artesanales.

Los ejemplares de yeso más interesantes son sin embargo los que aparecen como peudomorfosis de halita, glauberita y anhidrita. Los "pseudocristales" de halita se encuentran sobre todo a lo largo del barranco de las Salinas. Estos pseudocristales son generalmente bastante toscos, de forma cúbica bastante distorsionada, de modo que frecuentemente parecen romboedros, y con las caras excavadas formando las tolvas típicas de la halita Son generalmente de tamaño muy grande, alcanzando a veces los 40 cm de arista; en cambio, por debajo de los 10 cm de arista son muy raros. Quedan en relieve en los taludes al desaparecer por acción del agua la arcilla en la que se encuentran atrapados.


Yeso pseudomórfico de grandes cristales en tolva de halita, en las parades del barranco de las salinas


En niveles inferiores a los de la sal, puestos al descubierto en algunos barrancos y en el gran corte producido por el río Ebro se encuentra yeso pseudomórfico de cristales de glauberita y de nódulos de anhidrita. En algunos casos estas dos pseudomorfosis se encuentran asociadas. Los pseudocristales según glauberita alcanzan tamaños de hasta 2 cm, y tienen una textura cristalina bastante confusa. El desorden en la orientación de los pequeños planos de exfoliación que aparecen respecto a la morfología exterior de los pseudocristales confirma que se trata de pesudomorfosis y no de verdaderos cristales de yeso. Este tipo de pseudomorfosis es bastante frecuente, y se ha encontrado también en San Adrian (Navarra) (Calvo et al., 1993)

Cuarzo.

El cuarzo es relativamente escaso en la zona, pero aparece ocasionalmente en forma de nódulos de silex o calcedonia, a veces con aspecto botroidal. Se encuentran sueltos sobre el terreno, especialmente en los barrancos, y no hemos podido encontrar el nivel exacto en el que aparecen, que no es desde luego ninguna de las capas de sal explotadas. Generalmente son de color marrón más o menos claro, y bajo la luz ultravioleta de onda larga emiten una fluorescencia blanquecina anaranjada, a veces bastante intensa.

Glauberita.

Se encuentra en las zonas inferiores de testigos de sondeo obtenidos en la mina La Real, comenzando a aparecer (aunque pseudomorfizada por anhidrita) por debajo de los 27 metros bajo el nivel de la mina. A los 59 metros de profundidad, aparece una capa de glauberita de unos 30 cm, y a partir de los 80 metros abunda mucho (García Veigas et al, 1991). Se encuentra como masas o como cristales de tamaño centimétrico interpenetrados.

Otros minerales

. En la mayor parte de las obras sobre la mineralogía de España, a partir de la de Calderón (1910), e incluida ésta, se cita la existencia de atacamita en Remolinos (Zaragoza). El dato inicial procede de la descripción de este mineral que hace Herrgen en la traducción de la orictognosia de Widenman. Pero Herrgen deja claro que se refiere a Remolinos, en el desierto de Atacama, Chile. De alguna manera se deformó la referencia, probablemente a través de etiquetas erróneas de museos, y a partir del libro de Calderón la cita de la atacamita de Remolinos (Zaragoza) se hace ubicua en la mineralogía española.


Bibliografía



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